04 enero 2010

Por una televisión bookfriendly


“En la ficción de nuestra TV nadie va al baño, nadie fuma y nadie lee” se quejaba un reconocido librero durante la Conferencia Editorial 2008 frente a un público compuesto casi en su totalidad por editores, libreros y alumnos de las diversas carreras asociadas al ambiente editorial. Cerca de ciento treinta personas festejaron la ocurrencia y quizás salieron luego pensando cuál sería la razón por la que la televisión local ignore tan olímpicamente al libro, no sólo como elemento narrativo sino incluso como mero objeto decorativo.

No se trata, claro está, de un objeto que no forme parte de la vida cotidiana (se venden aproximadamente 20 millones de libros al año) y menos aún en la ciudad Buenos Aires (espacio en el que se desenvuelven en su gran mayoría los personajes y situaciones representados en tiras, unitarios y otros formatos y que ostenta el privilegio de ser la ciudad con mayor concentración de librerías en la región). Tampoco se trata de un objeto que no pueda ser incorporado de manera orgánica en el desarrollo de una trama cualquiera sin poner en juego especiales capacidades narrativas (no ofrece, en ese sentido, las evidentes limitaciones que plantean los métodos de prevención de enfermedades de transmisión sexual, para los que con tanta justicia se busca difusión en los medios masivos de comunicación). Y sin embargo, los libros no están, ni siquiera como un elemento más del decorado, o corrigiendo la altura de un monitor sobre una mesa de trabajo.


(Julia Roberts en la librería de Hugh Grant en Nothing Hill)

¿Cuál es la razón por la que los libros son literalmente discriminados en la ficción de la pantalla argentina?

No se trata, claro, de que quienes construyen estas ficciones tengan en poca estima a los libros o al hábito de la lectura. Autores, guionistas, productores y realizadores en general suelen ser buenos lectores y hasta son ellos mismos, a veces, autores de libros. Saben, por esto, del placer, la alegría, el entretenimiento y hasta la capacidad transformadora que encierran los buenos libros. “Un libro verdadero- dice Antonio Muñoz Molina en La disciplina de la imaginación- es algo tan material y necesario como una barra de pan o un vaso de agua. Como el agua y el pan, como la amistad y el amor, la literatura es un atributo de la vida y un instrumento de la inteligencia, de la razón y de la felicidad”. ¿Por qué entonces no pretender hacer extensiva esta felicidad a aquellos que no la han probado aún?


(Sawyer leyendo La invención de Morel en Lost)

No basta, claro, que los libros aparezcan en la televisión. La formación del hábito de la lectura implica un trabajo mucho más metódico y sostenido al que se aplican desde siempre los estados. Pero es bien sabido que cuando un libro aparece en manos de un personaje querido genera sobre el público en general un interés inédito, que sin duda repercute en el conocimiento general del autor entre un público muchas veces ajeno a la lectura y también, por supuesto, en la venta de libros.

Basta, para citar el ejemplo de intromisión más sencillo, con que un personaje sea sorprendido leyendo (como el personaje de Sawyer, en Lost, supo aparecer en uno de los capítulos de dicha serie leyendo La invención de Morel, de nuestro Bioy Casares). Por supuesto, el libro y la lectura pueden desempeñar un papel no meramente testimonial sino funcional al desarrollo de un argumento, al que cualquier buen guionista sabrá encontrar sus esperables derivaciones.

Se trata, en todo caso, de que los libros puedan volver a la ficción de la televisión argentina, tanto a las producciones destinadas al público infantil y juvenil como a adultos. Invitamos para esto a escritores, libreros, editores, autores de televisión, artistas, guionistas, productores y realizadores en general a sumarse a esta campaña con sus propias experiencias, comentarios o sugerencias. Esperamos sus aportes y les deseamos a todos muy buen año,

Sebastián Noejovich
Coordinador Opción Libros.

10 comentarios:

  1. a ver en cuántos cuentos y novelas los protagonistas estan mirando la tele...

    ResponderEliminar
  2. Casualmente en Gentedellibro, se esta llevando una compilación de cuáles son las películas en la que los protagonistas o coprotagonsitas son editores de libros.

    Si quieren ver o participar con sus aportes:

    http://gentedellibro.ning.com/forum/topics/a-ver-como-nos-ven

    ResponderEliminar
  3. Será que los guionistas no leen? Lo dudo...

    Creo que das en el clavo, Sebastián. Se trata de una distracción.

    Si les señalamos a los guionistas, a los productores, a los actores que incorporar el libro como un hábito natural de sus personajes, como un accesorio cotidiano, como un decorado regular, habrán de corregir la involuntaria omisión.

    Y comparto contigo que asi como la omisión es involuntaria, su señalamiento a través de una campaña del sector incentivaría al cambio, no sólo por la búsqueda de realismo y verosimilitud, sino como una causa noble de la cual la gente de la tele puede hacerse carne, con poco esfuerzo.

    De la misma manera sería deseable salvar el gesto de lo que a primera vista parece imposible de ser evitado: distanciar el gesto que se pretende en tu propuesta de la venta de PNT, lo que requeriría una campaña de concientización paralela entre los gerentes de marketing de los grupos y los funcionarios de las productoras... Eso es quizás más difícil.

    ResponderEliminar
  4. Totalmente de acuerdo con la nota. Creo que el impacto de la TV en los hábitos de lectura puede ser muy importante si se introducen los libros en la cotidianeidad de los programas y fundamentalmente de los de ficción.
    Así como un actor famoso al subir al auto se pone el cinturón de seguridad y eso crea un efecto de mostración positivo en los televidentes, el que ese mismo actor famoso este leyendo o que en la habitación que transcurre el programa haya una biblioteca hace que el libro como objeto sea valorado aunque sea de manera inconsciente. Ya no importa tanto que lee sino que está leyendo. Sería importante que nosotros que estamos en este área de la cultura, ayudemos a los productores a revitalizar al libro como elemento de aprendizaje, diversión, etc.
    Saludos
    Javier Lopez LLovet

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  6. Por una televisión Bookfriendly; POR UNA VIDA BOOKFRIENDLY!

    Asistimos casi con sorpresa al descubrimiento de que la televisión, el medio que más entra en nuestras casas, no nos colabora en el momento de hacer de la lectura un hábito deseable. El hecho de que en casi ninguna de sus producciones los libros aparezcan cono parte de los rituales cotidianos, o las profusas bibliotecas sean sólo un elemento que “viste” decorados parece habernos despertado la certeza de que la tele: “no nos colabora”. Es cierto. Pero también es cierto, que como sociedad, por un lado nos rasgamos las vestiduras incitando desde la palabra, desde la promoción de las ferias y la participación en campañas a que hay que leer, se debe leer pero la palabra no se sostiene con el ejemplo.
    Durante muchos años, instamos desde diferentes lugares, tanto a docentes como a padres, a que incentivaran la lectura de los niños… pero ¿cómo podían hacerlo si los chicos no los veían leer a ellos? ¿cómo podían hacerlo si en las casas no había un rinconcito con tres estantes para los libros? ¿cómo podían hacerlo si la maestra escondía el libro que llevaba para leer en el colectivo? y la visita a la librería sólo se realizaba en ocasión de comprar lo libros de texto al principio del año escolar.
    ¿Cómo instaurar en nuestras cabezas que la lectura es un hábito maravilloso?. La lectura es una actividad que se despliega en soledad, y la soledad es temida y tiene mala prensa. Cuántas veces dijimos: no gracias, hoy me quiero quedar en casa a leer… y escuchamos sonrisitas incrédulas y socarronas. La lectura es una actividad que requiere concentración, tiempo y disponibilidad para recibir: tres bienes escasos. Disponer además de estos elementos implica entereza para bancarse estar momentáneamente unplugged; sin teléfono, ni celular, ni compu, ni chat….sin controles remoto a mano. Todo lo anterior se lleva de piñas con lo que sociedad actual entroniza como deseable… entonces en qué libretos o guiones de las historias que actualmente produce la tv entrarán actividades que se despliegan apelando a la concentración, el esfuerzo, la soledad…¿en Valientes? ¿en Casi Ängeles? ¿en Botineras?... de paso que bregamos por la inclusión de la lectura (aún como PNT) en algún teleteatro, también recemos por la propuesta de otros contenidos para las ficciones… Lejos quedó Migré haciendo recitar a sus personajes de Pablo en nuestra piel a Julia Prilutzky Farny al final de la década de 70 y batiendo records de venta. Alcanzando casi los 170.000 ejemplares para un libro de poesía…
    Marcela Aguilar

    Este comentario fue originalmente publicado en la página de Gente del Libro
    http://gentedellibro.ning.com/forum/topics/por-una-television

    ResponderEliminar
  7. sí, qué buena observación, francisco.
    los libros como fantasmas latiendo bajo la superficie de las ficciones en TV.
    (no así en los noticieros, donde se suelen elegir como fondo las bibliotecas de los funcionarios cuando se les hace una entrevista más íntima que cuando se los acosa en las veredas).
    pero en las ficciones... me imagino los segundos previos a la filmación de cada escena, con los asistentes escondiendo fuera de cámara los libros reales que necesitan leer los actores y el personal técnico todo el tiempo.
    mónica weiss

    ResponderEliminar
  8. donde puse "qué buena observación, francisco", quise poner "qué buena observación, sebastián".
    m

    ResponderEliminar
  9. Es pertinente la observación que se hace en el texto principal (ilegibles las letras azules sobre el fondo violeta), pero hay antecedentes en los que se motivó a productores y guionistas a incluir el libro no sólo como parte del decorado, sino con la lectura como actividad de los protagonistas: lo solicitó la CAL para una de las "Semanas del Libro" cuando se hacían cada año, organizadas con el modelo -ay-- de la Semana de la Golosina. Se incentivó esto donando libros a los canales para que los incluyeran como premios en sus concursos o sorteos. Hay ejemplos históricos, de la explosión de ventas de "El principito" o de "Cartas a mi hija adolescente" luego de su mención o de lectura de fragmentos en teleteatros muy difundidos en su tiempo, como "Rolando Rivas, taxista". Lo que me disgusta profundamente es el "bookfriendly" en inglés: ¿y si dijéramos "pro-libro? ¿Sonaría a propaganda del partido de Macri?
    Daniel Divinsky

    ResponderEliminar
  10. Hay que admitir... que muchos de los libros que se han pasado a la gran pantalla han resultado ser decepcionantes, por no decir lamentables adaptaciones.

    ResponderEliminar